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Artrosis. Concepto
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MANIFESTACIONES CLÍNICAS

Manifestaciones clínicas generales
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Clínica

CLÍNICA

Artrosis de manos
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Otras localizaciones

Artrosis de manos

Las manos son la localización más frecuente de la artrosis. Al igual que en otras localizaciones, los síntomas predominantes son el dolor y la rigidez, seguidos de deformidad variable con pérdida del eje anatómico de la articulación, lo que a menudo motiva la consulta del paciente. Si bien, puede afectarse cualquier articulación, existe una marcada preferencia por las interfalángicas distales, seguidas de las proximales y la base del pulgar (Fig. 1). La artrosis de manos tiene un claro predominio femenino (4:1). Puede ser precoz y aparecer alrededor de los 40 años de edad o incluso antes, en especial cuando existen antecedentes familiares, sobre todo maternos. Por ello, es motivo de preocupación y temor de discapacidad futura para las personas afectadas.
La artrosis interfalángica suele debutar con dolor moderado o intenso en una o varias de estas articulaciones, con mayor frecuencia en las distales. Se acompaña de dolor a la presión o a la movilización. En ocasiones, se pueden observar llamativas manifestaciones inflamatorias, como tumefacción, calor y eritema. Con el tiempo, se produce un crecimiento óseo excesivo y aparecen una o dos formaciones nodulares, de consistencia firme, en la cara dorsal de la articulación afectada. Estas formaciones se llaman nódulos de Heberden cuando asientan sobre las articulaciones interfalángicas distales, y nódulos de Bouchard cuando lo hacen sobre las proximales (Fig. 2), (Fig. 3).
Si la enfermedad progresa, se pierde movilidad articular, aparece una contractura en flexión y, con frecuencia, se desvía lateralmente la falange distal, a veces con inestabilidad articular. Este proceso es muy variable y tiende a cursar en brotes, con periodos de dolor y otros de escasos síntomas; no obstante, en algunas personas transcurre sin ningún dolor. El dolor suele relacionarse con la afectación de una articulación nueva; aumenta con la actividad manual y se acompaña de rigidez matutina o tras el reposo. Una vez que ya han surgido los nódulos y las deformidades, el dolor suele desaparecer o reducirse en intensidad. El proceso puede afectar a todos los dedos y tiende a ser simétrico, con predominio en la mano dominante; en numerosas ocasiones sólo se afectan algunos dedos. En algunas mujeres la enfermedad puede ser especialmente agresiva y causar un gran daño articular (artrosis erosiva). En estas enfermas se pueden plantear dudas diagnósticas con otras artropatías.
La base del pulgar es otra localización frecuente. Esta artrosis de la articulación trapeciometacarpiana, también conocida como rizartrosis, afecta al movimiento de pinza del pulgar. El enfermo refiere dolor en la base del pulgar o, de forma menos precisa, en la muñeca. Se acompaña de dificultad para realizar trabajos manuales y de sensación de pérdida de fuerza. La exploración revela dolor a la presión o la movilización pasiva de la articulación trapeciometacarpiana, que se acompaña en ocasiones de una crepitación mínima. Con el tiempo, se produce una aducción del pulgar y la base de este dedo adquiere una morfología rectangular, muy característica, que se observa a simple vista (Fig. 4). Al igual que ocurre en el caso de la artrosis interfalángica, el dolor y las molestias tienden a reducirse e incluso a desaparecer con el tiempo.
Otras articulaciones, como las metacarpofalángicas, se afectan con menor frecuencia. Lo hacen sobre todo la segunda y la tercera, especialmente en las personas que han trabajado mucho con las manos, como los agricultores. El Colegio Americano de Reumatología publicó unos criterios para clasificar la artrosis de las manos (Tabla 1).
Hay que tener en cuenta que la artrosis de las manos puede asociarse a otros trastornos musculoesqueléticos, como el síndrome del túnel carpiano (Fig. 5), las tenosinovitis flexoras (Fig. 6) o la retracción palmar, de los que deberá distinguirse. Además, la artrosis de las manos se asocia claramente a la de otras localizaciones, sobre todo a la de rodilla.
En general, el pronóstico es bueno. Esto es importante, pues el dolor y las deformidades suelen preocupar mucho a la persona afectada. El dolor suele disminuir mucho, llegando incluso a desaparecer una vez pasadas las fases activas de la enfermedad, sobre todo en la localización interfalángica. La discapacidad dependerá del grado de enfermedad y del número de articulaciones afectadas, aunque suele revestir poca importancia clínica. Se mantiene un nivel aceptable de funcionamiento en la mayoría de las actividades cotidianas, si bien con ciertas restricciones para el trabajo manual de precisión.

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