La artrosis, con independencia
de su localización, se caracteriza por dos síntomas
comunes: el dolor y la rigidez. El dolor, en las primeras
fases de la enfermedad, aparece al mover las articulaciones
y suele mejorar con el reposo, por lo que se denomina
"mecánico". En las fases más avanzadas
puede ser continuo y rebelde al tratamiento. La rigidez,
o sensación de entumecimiento localizado, aparece
al iniciarse el movimiento articular, sobre todo después
de un reposo prolongado, mejorando con el ejercicio.
De forma paulatina, estos síntomas pueden seguirse
de pérdida gradual de la movilidad articular,
atrofia muscular y alteraciones de los ejes anatómicos
articulares, con la consiguiente aparición de
deformidades y discapacidad progresiva. Estas manifestaciones
presentan ciertas peculiaridades en función de
la articulación afectada. La artrosis tiene una
clara predilección por las articulaciones de
las manos y las llamadas de carga: la rodilla, la cadera
y la primera metatarsofalángica (Fig.
1). |
|
Conviene destacar dos
hechos que tienen particular interés. En la artrosis
no hay una buena relación entre el grado de afectación
radiológica y las manifestaciones clínicas.
Con frecuencia se ven personas asintomáticas
o con escasas manifestaciones clínicas que presentan
un alto nivel de afectación radiológica.
Esto tiene especial relevancia a la hora de informar
sobre el pronóstico. Por otra parte, no todo
dolor "mecánico" es consecuencia de una artrosis.
Los reumatismos de partes blandas son, con frecuencia,
el mayor motivo de confusión. |
|
|