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Autor: Dr. Mariano Crespo
Peña
¿CÓMO SE DIAGNOSTICA
LA ARTROSIS?
El
diagnóstico de la artrosis es sencillo, y se basa en
la evaluación de los síntomas y en la exploración
física que realiza el médico al paciente. El
médico valora qué síntomas tiene el enfermo,
dónde se localizan, cómo es el dolor, en qué
circunstancias mejora (con el reposo) o empeora (al subir
o bajar escaleras, al abrir o cerrar grifos...). También
interrroga sobre qué otras enfermedades padece el enfermo,
qué tratamientos está recibiendo, y si él
o algún familiar padecen o han padecido algún
tipo de enfermedad reumática, traumatismo o lesión
articular previos.
Con la exploración física, el médico
puede observar cuáles son las articulaciones afectadas
y qué grado de severidad tiene la artrosis. Para ello,
se inspecciona la articulación y se palpa su superficie
para determinar los puntos dolorosos. También se evalúa
qué rango de movilidad tiene, determinando cuáles
son los movimientos que desencadenan los síntomas.
Las radiografías
permiten confirmar el diagnóstico de artrosis, al poderse
constatar en las articulaciones los cambios radiológicos
típicos de los procesos artrósicos. Mediante
los estudios radiológicos se puede determinar de una
forma mucho más precisa la severidad de la artrosis.
Los análisis de sangre no tienen ninguna utilidad para
diagnosticar la artrosis. Todos los resultados que se determinan
son siempre normales en la artrosis, incluyendo las denominadas
“pruebas reumáticas”. La única indicación
para realizarlos es para confirmar con su normalidad el diagnóstico
de artrosis, descartando otras enfermedades reumáticas
que sí producen algunas alteraciones en los análisis
de laboratorio. Por ejemplo, en las artritis están
alteradas la velocidad de sedimentación de la sangre,
el factor reumatoide y otras pruebas reumáticas; en
la gota el ácido úrico está alto...
Otras pruebas más modernas y sofisticadas (resonancia
magnética, scaner, gammagrafía ósea)
tampoco son necesarias para el estudio de un paciente con
artrosis. El médico únicamente puede considerar
indicada su realización en los casos aislados en los
que se sospecha que, además de la artrosis, existe
alguna otra complicación asociada (rotura de menisco
en la rodilla, hernia discal o afectación de los nervios
espinales en la artrosis de columna, por ejemplo).
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