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SULFATO DE GLUCOSAMINA Y DE OTROS FÁRMACOS ESPECÍFICOS PARA LA ARTROSIS: EFECTOS CLÍNICOS SOBRE LOS SIGNOS Y SÍNTOMAS DE LA ENFERMEDAD.
L. C. Rovati Monza (Italia)

Recientemente se han desarrollado fármacos selectivos para el tratamiento de la artrosis. Al contrario que los agentes sintomáticos no específicos, como los fármacos antinflamatorios no esteroideos (AINEs) o los analgésicos puros, estos compuestos se han dirigido específicamente a interaccionar con, al menos, algunos de los procesos patológicos y, por ello, afectan favorablemente a ciertos síntomas y, posiblemente, a la evolución de esta patología. Básicamente, dichos compuestos incluyen sulfato de glucosamina oral, condroitín sulfato, diacereina y ácido hialurónico intrarticular, y en el pasado se han clasificado mediante terminologías caducas como "condroprotectores" o (basado en sus efectos sobre los síntomas de la artrosis y sus efectos no inmediatos) como "medicamentos sintomáticos de acción lenta para la artrosis". La terminología actual - propuesta por la Sociedad Internacional para Investigación sobre la Artrosis (OARSY) (1) y aceptada por la Agencia Europea de Evaluación Medicamentos (EMEA) (2) - parece ser preferible, al clasificar a estos agentes como "fármacos modificadores de síntomas" selectivos o específicos y (en el caso del único de ellos que cumple los requisitos de investigación clínica, concretamente el sulfato de glucosamina) como "fármacos modificadores del sustrato estructural" en la artrosis.

Las recomendaciones actuales EULAR para el tratamiento de la gonartrosis (3) asignan a estos fármacos la categoría 1B de evidencia científica de la eficacia en el tratamiento de los síntomas de esta patología, es decir, la correspondiente a indicios obtenidos a partir de ensayos controlados aleatorios. Sin embargo, publicaciones recientes han permitido que uno de estos compuestos, concretamente el sulfato de glucosamina, alcance la categoría 1A, esto es, el nivel más alto de evidencia científica de eficacia para la medicina basada en la evidencia, porque se fundamente en metanálisis de ensayos controlados aleatorios. De hecho, se han publicado recientemente dos metanálisis (4, 5) que apoyan el nivel de evidencia científica anteriormente mencionado. Aunque la primera de estas dos publicaciones (4) se limitó a tan sólo seis ensayos (y, al mezclar estudios antiguos y nuevos, ha suscitado críticas injustificadas sobre su calidad), el perfil de toxicidad del sulfato de glucosamina y su efecto de moderado a grande en el tratamiento de síntomas de artrosis se han confirmado de manera más convincente en una reciente revisión Cochrane que analizó 16 ensayos (5). En primer lugar, la evaluación de la calidad concluyó que los estudios con sulfato de glucosamina eran colectivamente igual de buenos, si no mejores, que los ensayos con AINEs en artrosis. Además, aquel fármaco mostró una magnitud de efecto de moderado a grande comparado con el placebo y se sugirió que el sulfato de glucosamina es también superior a los AINEs, con un perfil de toxicidad excelente.

En realidad, los ensayos controlados aleatorios han evidenciado una importante mejoría media en el dolor y en la funcionalidad en comparación con el placebo dentro de las 2-3 primeras semanas de tratamiento, siendo de la misma magnitud que la obtenida al administrar AINEs. En este corto marco temporal, se apreció una tendencia a mayor mejoría al combinar sulfato de glucosamina con AINEs. Después de ese tiempo, la mejoría experimentada al utilizar tan sólo AINEs tiende a estancarse, mientras que, al administrar sulfato de glucosamina, se observa un crecimiento lineal hasta completar el tratamiento habitual de 12 semanas. En el momento de suspender la medicación, después de los tres meses de tratamiento, la mejoría alcanzada con sulfato de glucosamina se mantiene durante al menos dos meses. Por el contrario, los beneficios obtenidos con AINEs tienen a perderse rápidamente después de finalizar el tratamiento. La perfil de toxicidad del sulfato de glucosamina no es distinta de la del placebo y es significativamente mejor que la de los AINEs convencionales.

La comparación indirecta de ensayos llevados a cabo con otros fármacos, como condroitin sulfato y diacereina, y también el ácido hialurónico intrarticular, indican que la mejoría con sulfato de glucosamina es más rápida, con una mayor magnitud de sus efectos, mayor duración de éstos y mejor perfil de toxicidad. Además, se sospecha que los efectos de condroitín sulfato se deben principalmente a la actividad de los metabolitos de glucosamina procedentes de la metabolización de la cadena larga de condroitín después de su absorción, pues corresponden a la actividad de bajas dosis de glucosamina, lo que también explicaría la menor magnitud de efecto del condroitín sulfato.

Se ha comprobado la eficiencia y el perfil de toxicidad de tratamientos prolongados con sulfato de glucosamina en ensayos piloto de larga duración, lo que ha sido ahora confirmado por dos importantes estudios sobre la modificación de la enfermedad (6, 7). Se han descrito con detalle pacientes adecuados para el tratamiento con sulfato de glucosamina y, lo que es más, los datos más recientes confirman una relación coste/beneficio muy favorable en términos farmaeconómicos.

 

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