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Autor: Dr. Mariano Crespo
Peña
¿CÓMO SE TRATA ARTROSIS?
No existe en la actualidad ningún
tratamiento capaz de curar la artrosis. Sin embargo, disponemos,
hoy en día, de un importante arsenal de medidas terapéuticas
para combatirla. Estas medidas incluyen tanto fármacos,
como tratamientos fisioterapéuticos y de rehabilitación,
como en última instancia de intervenciones quirúrgicas.
Mediante ellos se consigue evitar o disminuir los síntomas
de la artrosis, retrasar su evolución y, en definitiva,
mejorar la calidad de vida del paciente con artrosis.
La artrosis no es una enfermedad grave, en el sentido de que
ni mata ni acorta la esperanza de vida de los enfermos. Sigue
siendo una enfermedad crónica pero, en la actualidad,
se ha conseguido reducir de forma muy significativa la invalidez
que llevaba implícita en épocas pasadas.
Los pacientes logran un importante alivio de los síntomas
con los tratamientos, y pueden llevar habitualmente una vida
prácticamente normal. Para ello, y como en otras enfermedades,
es muy importante un diagnóstico precoz. El paciente
debe ponerse en manos de profesionales médicos y cumplir
con todas las recomendaciones e indicaciones del tratamiento.
El médico indicará en cada momento de la evolución
cuándo debe tomar medicinas, y cuándo y qué
tipo de rehabilitación debe hacer.
El tratamiento de la artrosis consiste en la combinación
de distintas medidas. Todas ellas son fundamentales y complementarias
para conseguir una adecuada respuesta terapéutica.
Son las siguientes:
1. Normas generales
Existen toda una serie de recomendaciones para los pacientes
artrósicos que tienen como objetivo proteger las articulaciones
de las extremidades y de la columna. Con estos consejos
se pretende enlentecer la evolución de la artrosis,
evitando los factores que dañan las articulaciones
y favorecen la progresión de la enfermedad. Son los
siguientes:
- Alimentación
equilibrada, incluyendo una dieta para perder peso en los
pacientes con obesidad. Es fundamental corregir el sobrepeso
para prevenir la artrosis. En los pacientes que ya tienen
artrosis, la pérdida de peso se asocia con un mejor
pronóstico de la enfermedad.
- Adecuado descanso
nocturno, incluyendo periodos de reposo durante el día.
Sin embargo, hay que evitar la inmovilidad total o durante
periodos de tiempo prolongado, que resultan nocivos a largo
plazo.
- El enfermo con artrosis
debe adecuar sus actividades y limitar el ejercicio que
realiza a su capacidad física. Debe aceptar sus limitaciones
y comprender que no puede desempeñar ciertas actividades
con la misma facilidad que una persona que no padece artrosis.
- Evitar los movimientos
que producen dolor en la articulación, procurando
en la medida de lo posible buscar alternativas para la realización
de las actividades que despiertan dolor.
- Evitar posturas y
actividades perjudiciales, como ponerse en cuclillas, estar
de rodillas o permanecer de pie durante tiempo prolongado,
caminar cargando un peso excesivo o por terrenos irregulares,
subir y bajar escaleras...
- En la artrosis de
cadera o de rodilla puede resultar muy eficaz la utilización
de un bastón o muleta, que ayuda a descargar el peso
del cuerpo de la articulación. El bastón debe
llevarse en la mano contraria a la articulación más
afectada (por ejemplo, en la artrosis de rodilla derecha,
el bastón deberá llevarse en la mano izquierda).
- En la artrosis de
las manos, se recomienda el uso de herramientas y utensilios
domésticos apropiados. Deben ser de mango ancho y
de poco peso. Para no forzar las articulaciones utilizar
ayudas, como brelatas eléctricos, por ejemplo.
- En la artrosis del
pie, el médico puede indicar en algunos casos el
uso de plantillas ortopédicas que descargan las articulaciones
dolorosas, disminuyendo las molestias que se producen al
caminar.
2. Ejercicio físico
El ejercicio físico es fundamental en el enfermo artrósico
para mantener la movilidad de las articulaciones y para fortalecer
la musculatura. Es imprescindible evitar que los músculos
se atrofien, ya que empeora la evolución de la artrosis.
Cada paciente debe adaptar el tipo de ejercicio fisico que realice
a sus circunstancias particulares, siguiendo las indicaciones
de su médico. El ejercicio a realizar está en
función del tipo de articulación afectada, grado
de artrosis, edad del paciente y entrenamiento previo.
Conviene que la actividad física se realice de forma
lenta y progresiva, poco a poco, sin provocar dolor. Se debe
efectuar de forma habitual y constante (lo ideal es practicarlo
todos los días), de modo que el ejercicio se incorpore
a la rutina diaria del paciente.
En general, la natación practicada en el estilo de “espaldas”,
es un ejercicio excelente para la artrosis. Los paseos son también
muy aconsejables, aunque deben estar adaptados a la capacidad
física en los pacientes con artrosis de cadera y rodilla.
La bicicleta estática puede ser una alternativa de ejercicio
físico en ciertos pacientes.
Además, existen una serie de ejercicios de rehabilitación,
diseñados específicamente para cada localización
de la artrosis, que se suelen facilitar en forma de “tablas
de ejercicios”. Generalmente son de fácil realización,
aunque conviene efectuar un aprendizaje correcto de los mismos
con la ayuda de un fisioterapeuta. El médico es quien
debe indicar a cada paciente qué tipo de ejercicios,
cuándo y con qué frecuencia se deben realizar
ejercicios
de rehabilitación para pacientes con artrosis .
3. Aplicación de frío, calor y electroterapia
La aplicación local de frío está indicada
únicamente cuando existe una fase de inflamación
aguda en la artriculación. Se realiza con una bolsa con
hielo envuelta en un paño. También resultan muy
útiles las bolsas de alimentos congelados (guisantes
congelados, por ejemplo).
En el resto de los casos, suele ser más beneficioso la
aplicación de calor, que alivia el dolor, la rigidez
articular y las contracturas musculares de la artrosis. La aplicación
de calor puede realizarse mediante una ducha o baño caliente
o con una manta eléctrica o secador de pelo. Para las
manos se emplean los baños de parafina caliente. Es mejor
la aplicación de calor distribuído en varias veces
al día, en periodos de 10 a 15 minutos.
Otra forma de tratamiento consiste en la aplicación de
diferentes técnicas de electroterapia y rehabilitación,
conocidas vulgarmente como “corrientes”. Estas técnicas
(onda corta, ultrasonidos, magnetoterapia, láser), se
administran periódicamente, en varias sesiones de tratamiento,
en los centros de rehabilitación.
4. Medicación
Los fármacos son útiles en la artrosis para aliviar
el dolor, disminuir la inflamación articular cuando existe
y, en definitiva, para mejorar los síntomas del paciente.
El médico los prescribe en determinados momentos de descompensación
de la artrosis; si bien, en algunos pacientes puede ser necesaria
su toma de forma indefinida.
Los medicamentos más empleados son los analgésicos
(conocidos vulgarmente como “calmantes”) y los antiinflamatorios,
que proporcionan un buen control de los síntomas. Existen
además otros fármacos, cuya función es
la de modificar la evolución de la artrosis, retrasando
su progresión y mejorando asimismo los síntomas.
Además, en momentos determinados, pueden estar indicadas
las llamadas infiltraciones. La infiltración es una técnica
en la que, mediante una inyección en la articulación
o en los tejidos que la rodean, se introducen fármacos
para disminuir la inflamación y mejorar los síntomas.
Es fundamental tener en cuenta que toda la medicación
siempre debe ser prescrita y controlada por un médico.
Se debe evitar la automedicación, porque puede tener
consecuencias negativas en forma de efectos secundarios adversos.
5. Operaciones quirúrgicas
Cuando todas las medidas anteriores han fracasado y el paciente
presenta una artrosis avanzada, que no mejora con los tratamientos
anteriormente expuestos, está indicada la operación
quirúrgica. Existen una serie de intervenciones que permiten,
o bien corregir las lesiones y deformidades articulares, o bien
sustituir la articulación dañada por una prótesis.
Con la cirugía mejoran los síntomas, sobre todo
el dolor, y se conserva la movilidad articular. Los cirujanos
ortopédicos (traumatólogos) son los especialistas
encargados de efectuar estas operaciones. |