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Autor: Dr. Mariano Crespo Peña


Introducción
¿Qué es la artrosis?
¿Qué son las articulaciones?
¿Por qué se produce la artrosis?
¿Es frecuente la artrosis?
¿Dónde puede padecerse artrosis?
¿Qué factores influyen en la aparición de la artrosis?
¿Qué síntomas produce la artrosis?
¿Cómo se diagnostica la artrosis?
¿Cómo se trata la artrosis?

¿CÓMO SE TRATA ARTROSIS?

No existe en la actualidad ningún tratamiento capaz de curar la artrosis. Sin embargo, disponemos, hoy en día, de un importante arsenal de medidas terapéuticas para combatirla. Estas medidas incluyen tanto fármacos, como tratamientos fisioterapéuticos y de rehabilitación, como en última instancia de intervenciones quirúrgicas. Mediante ellos se consigue evitar o disminuir los síntomas de la artrosis,  retrasar su evolución y, en definitiva, mejorar la calidad de vida del paciente con artrosis.

La artrosis no es una enfermedad grave, en el sentido de que ni mata ni acorta la esperanza de vida de los enfermos. Sigue siendo una enfermedad crónica pero, en la actualidad, se ha conseguido reducir de forma muy significativa la invalidez que llevaba implícita en épocas pasadas.

Los pacientes logran un importante alivio de los síntomas con los tratamientos, y pueden llevar habitualmente una vida prácticamente normal. Para ello, y como en otras enfermedades, es muy importante un diagnóstico precoz. El paciente debe ponerse en manos de profesionales médicos y cumplir con todas las recomendaciones e indicaciones del tratamiento. El médico indicará en cada momento de la evolución cuándo debe tomar medicinas, y cuándo y qué tipo de rehabilitación debe hacer.

El tratamiento de la artrosis consiste en la combinación de distintas medidas. Todas ellas son fundamentales y complementarias para conseguir una adecuada respuesta terapéutica. Son las siguientes:

1. Normas generales


Existen toda una serie de recomendaciones para los pacientes artrósicos que tienen como objetivo proteger las articulaciones de las extremidades y de la columna.  Con estos consejos se pretende enlentecer la evolución de la artrosis, evitando los factores que dañan las articulaciones y favorecen la progresión de la enfermedad. Son los siguientes:

  • Alimentación equilibrada, incluyendo una dieta para perder peso en los pacientes con obesidad. Es fundamental corregir el sobrepeso para prevenir la artrosis. En los pacientes que ya tienen artrosis, la pérdida de peso se asocia con un mejor pronóstico de la enfermedad.
  • Adecuado descanso nocturno, incluyendo periodos de reposo durante el día. Sin embargo, hay que evitar la inmovilidad total o durante periodos de tiempo prolongado, que resultan nocivos a largo plazo.
  • El enfermo con artrosis debe adecuar sus actividades y limitar el ejercicio que realiza a su capacidad física. Debe aceptar sus limitaciones y comprender que no puede desempeñar ciertas actividades con la misma facilidad que una persona que no padece artrosis.
  • Evitar los movimientos que producen dolor en la articulación, procurando en la medida de lo posible buscar alternativas para la realización de las actividades que despiertan dolor.
  • Evitar posturas y actividades perjudiciales, como ponerse en cuclillas, estar de rodillas o permanecer de pie durante tiempo prolongado, caminar cargando un peso excesivo o por terrenos irregulares, subir y bajar escaleras...
  • En la artrosis de cadera o de rodilla puede resultar muy eficaz la utilización de un bastón o muleta, que ayuda a descargar el peso del cuerpo de la articulación. El bastón debe llevarse en la mano contraria a la articulación más afectada (por ejemplo, en la artrosis de rodilla derecha, el bastón deberá llevarse en la mano izquierda).
  • En la artrosis de las manos, se recomienda el uso de herramientas y utensilios domésticos apropiados. Deben ser de mango ancho y de poco peso. Para no forzar las articulaciones utilizar ayudas, como brelatas eléctricos, por ejemplo.
  • En la artrosis del pie, el médico puede indicar en algunos casos el uso de plantillas ortopédicas que descargan las articulaciones dolorosas, disminuyendo las molestias que se producen al caminar.

2. Ejercicio físico 

El ejercicio físico es fundamental en el enfermo artrósico para mantener la movilidad de las articulaciones y para fortalecer la musculatura. Es imprescindible evitar que los músculos se atrofien, ya que empeora la evolución de la artrosis.

Cada paciente debe adaptar el tipo de ejercicio fisico que realice a sus circunstancias particulares, siguiendo las indicaciones de su médico. El ejercicio a realizar está en función del tipo de articulación afectada, grado de artrosis, edad del paciente y entrenamiento previo. 

Conviene que la actividad física se realice de forma lenta y progresiva, poco a poco, sin provocar dolor. Se debe efectuar de forma habitual y constante (lo ideal es practicarlo todos los días), de modo que el ejercicio se incorpore a la rutina diaria del paciente.

En general, la natación practicada en el estilo de “espaldas”, es un ejercicio excelente para la artrosis. Los paseos son también muy aconsejables, aunque deben estar adaptados a la capacidad física en los pacientes con artrosis de cadera y rodilla. La bicicleta estática puede ser una alternativa de ejercicio físico en ciertos pacientes.

Además, existen una serie de ejercicios de rehabilitación, diseñados específicamente para cada localización de la artrosis, que se suelen facilitar en forma de “tablas de ejercicios”. Generalmente son de fácil realización, aunque conviene efectuar un aprendizaje correcto de los mismos con la ayuda de un fisioterapeuta. El médico es quien debe indicar a cada paciente qué tipo de ejercicios, cuándo y con qué frecuencia se deben realizar ejercicios de rehabilitación para pacientes con artrosis .

3. Aplicación de frío, calor y electroterapia


La aplicación local de frío está indicada únicamente cuando existe una fase de inflamación aguda en la artriculación. Se realiza con una bolsa con hielo envuelta en un paño. También resultan muy útiles las bolsas de alimentos congelados (guisantes congelados, por ejemplo).

En el resto de los casos, suele ser más beneficioso la aplicación de calor, que alivia el dolor, la rigidez articular y las contracturas musculares de la artrosis. La aplicación de calor puede realizarse mediante una ducha o baño caliente o con una manta eléctrica o secador de pelo. Para las manos se emplean los baños de parafina caliente. Es mejor la aplicación de calor distribuído en varias veces al día, en periodos de 10 a 15 minutos.

Otra forma de tratamiento consiste en la aplicación de diferentes técnicas de electroterapia y rehabilitación, conocidas vulgarmente como “corrientes”. Estas técnicas (onda corta, ultrasonidos, magnetoterapia, láser), se administran periódicamente, en varias sesiones de tratamiento, en los centros de rehabilitación.

4. Medicación


Los fármacos son útiles en la artrosis para aliviar el dolor, disminuir la inflamación articular cuando existe y, en definitiva, para mejorar los síntomas del paciente. El médico los prescribe en determinados momentos de descompensación de la artrosis; si bien, en algunos pacientes puede ser necesaria su toma de forma indefinida.

Los medicamentos más empleados son los analgésicos (conocidos vulgarmente como “calmantes”) y los antiinflamatorios, que proporcionan un buen control de los síntomas. Existen además otros fármacos, cuya función es la de modificar la evolución de la artrosis, retrasando su progresión y mejorando asimismo los síntomas.

Además, en momentos determinados, pueden estar indicadas las llamadas infiltraciones. La infiltración es una técnica en la que, mediante una inyección en la articulación o en los tejidos que la rodean, se introducen fármacos para disminuir la inflamación y mejorar los síntomas.

Es fundamental tener en cuenta que toda la medicación siempre debe ser prescrita y controlada por un médico. Se debe evitar la automedicación, porque puede tener consecuencias negativas en forma de efectos secundarios adversos.

5. Operaciones quirúrgicas

Cuando todas las medidas anteriores han fracasado y el paciente presenta una artrosis avanzada, que no mejora con los tratamientos anteriormente expuestos, está indicada la operación quirúrgica. Existen una serie de intervenciones que permiten, o bien corregir las lesiones y deformidades articulares, o bien sustituir la articulación dañada por una prótesis. Con la cirugía mejoran los síntomas, sobre todo el dolor, y se conserva la movilidad articular. Los cirujanos ortopédicos (traumatólogos) son los especialistas encargados de efectuar estas operaciones.

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